LA BUSCADORA (Microrrelato)
La que busca encuentra, decía mi abuela levantando
amenazadoramente el dedo delante de mi nariz respingona. Me preguntaron en el
colegio qué quería ser de mayor. Buscadora,
respondí. El profesor enarcó las cejas ¿De qué? No sé. De todo.
El día que cumplí diez años trajeron
a casa un cachorro perfecto para mí, lo supe en cuanto nos miramos a los ojos.
Una semana más tarde alguien se olvidó de cerrar el portal y el perro
desapareció.
Cuando tenía veintitrés años conocí al amor de mi vida.
Pero me sorprendió en la cama con su mejor amigo el día de Nochebuena.
A los veintisiete conseguí un trabajo que me encantaba.
El autobús siempre llegaba tarde y una mañana se me cayó el café sobre la
fotocopiadora.
El año pasado encontré mi lugar en el mundo en este
pueblecito de la sierra. Preciosos amaneceres, encantadores amigos y, ya ves, ayer
reventó la presa y se llevó mi casa por delante.
—¡Mi madre! —exclamó la camarera invitándome piadosamente
a otra ronda—. Eso sí que es mala suerte, amiga.
Me despedí, me calé graciosamente el sombrero y salí con
la maleta que contenía lo que me había sobrado de la dinamita.
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