EL ÁRBOL (Microrrelato)
En mi casa el árbol de navidad nunca fue
un abeto, como los que pueden conseguirse en un invernadero o como esos de
plástico tan perfectos que se venden ahora, sino un joven pino que nacía en el
monte y que mi padre talaba con su hacha. Un pobre pino sin piernas que
adornaba una esquina del salón, cargado de bolas y cintas multicolores que día
a día iba perdiendo las fuerzas hasta casi morir. Después de Reyes el pino
agonizante era sacado de casa y abandonado a la climatología al final de la
finca, hasta que se secaba.
Un año sucedió lo impensable. El pino
echó brotes en primavera. Se había agarrado a la tierra como si fuese un
esqueje. Mi madre nos dijo que era un milagro. Un milagro navideño.
El pino fue trasladado a un lugar
cercano a la casa. Con el tiempo creció y sus raíces reptaron por el subsuelo.
El pino milagroso dio pequeñas piñas y albergó nidos de pájaros. Lo más extraño
es que no fue el único. A partir de entonces todos los pinos navideños prendían
y con los años llegamos a tener un pequeño bosque junto a la casa.
Lo que nunca le contamos a nadie es que
en navidad, desde hace siete años, siempre desaparece alguien: un conocido que
nos visita, un comercial de eléctricas, un vecino, mi padre... No llegan a
salir del bosque. Los encontramos a la mañana, con los pies talados y
enterrados en el suelo hasta las rodillas. A veces, después de las fiestas,
echan raíces y consiguen sobrevivir y cuando sopla el viento del norte agitan
sus brazos, como desesperados, y es gracioso ver como se esfuerzan inútilmente
por gritar, con los ojos picoteados y la boca llena de procesionaria. Mi madre
siempre nos dice que es un milagro.
El cuento bonito, pero visto lo que ocurre en tu casa, me temo que vas a tener pocas visitas en Navidad.
ResponderEliminarYo también participo con mi cuento "imposible"
https://elpedrete2.blogspot.com/2018/12/zenda-cuentos-de-navidad.html
jaja A los guays los sacamos por la puerta de atrás
EliminarWow! Buen cuento, Esther. Aunque un final escalofriante! 😁
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