ETERNIDAD
Solo
tuvo tiempo de estrechar con fuerza a su amante un breve instante, justo antes
de que la primera luz del alba acribillase cruelmente sus cuerpos y el viento
se lo arrebatara para siempre de su abrazo. Y le arrebatara también los propios
brazos, los ojos y el corazón sin alma.
Contemplando aquella ráfaga de suspiros de ceniza que desde el tejado parecían revolotear como mariposas blancas, el cazador lloró por ellos y por su efímera inmortalidad.
Contemplando aquella ráfaga de suspiros de ceniza que desde el tejado parecían revolotear como mariposas blancas, el cazador lloró por ellos y por su efímera inmortalidad.
Maravilloso relato
ResponderEliminarUn relato intrigante y muy interesante, Esther. Me ha gustado mucho! 😉
ResponderEliminarGracias, Pilar. Feliz año y suerte en el concurso de Zenda
EliminarMe gusto mucho
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