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REVOLUCIÓN (Microrrelato)

Hace un frío que pela en el tejado, a pesar de la manta y de la botella de orujo que ya va por la mitad. Ha comenzado a oscurecer y me siento cada vez más ansioso. De vez en cuando, le lanzo una mirada al vecino del tejado de enfrente, que me hace un gesto con la cabeza como diciendo Ánimo, chaval, ya queda menos. Me satisface pensar que somos tantos los que esta Nochebuena, acechando desde las alturas, nos disponeos a luchar por un mundo mejor.
Desde hace unos años en Navidad se ha extendido por todo el planeta esta fiebre contagiosa, este espíritu revolucionario. Ya a principios de diciembre, a la vez que aparecen los primeros arbolitos, luces y mensajes navideños en los escaparates, comienzan a verse en los muros de la ciudad las pintadas y los carteles llamando a la acción. Y el veinticuatro, desde primera hora de la mañana, algunos de los cazadores más ansiosos o preocupados por encontrar los mejores sitios se apostan en las ventanas de los rascacielos, sobre los tejados o entre las ramas de los árboles más altos del parque, con fiambrera y su gorro de lana para combatir el frío. Otros, menos propensos a presentar batalla directa, incluso ponen alambradas y trampas en los balcones, terrazas y chimeneas, o le echan matarratas en la leche y las galletitas de marras.
Pero no hay forma. El cabrón acaba siempre saliéndose con la suya y, lo quiera uno o no, la mañana del veinticinco aparecen en la casa los regalitos debajo del árbol, o en el cajón de la ropa interior, o dentro de la nevera, al lado de las sobras de la noche anterior que habrá que seguir comiendo en los días venideros. Y no es que deje cualquier regalo, no, él sabe como joderte. Justo, justo lo que has pedido este año, lo que más deseabas. O, si se ensaña, las cinco o seis primeras cosas de tu lista.
Dicen que el éxito del anti-papanuelismo es consecuencia del hartazgo que le provocan a cualquier ser humano, con algo más de dos cerillas dentro de la cabeza, los insoportables atascos,  las aceras intransitables y los codazos en horas punta, las cuarenta y siete versiones de We wish you a merry christmas, los gastos desproporcionados para comidas y cenas y los jerséis con reno. Y sobre todo esos replicantes vestidos de rojo que tocan la campanita y que invaden las ciudades en estas fechas. Dicen que en otros países lejanos esto no pasa, que por allí a Papá Noel no le miran un pelo de la barba, y que si llegase a aparecer lo corrían a pedradas, que nos ha caído aquí esta peste porque es el castigo de una sociedad cada vez más deshumanizada y consumista y esas cosas.
No sé. Yo de eso no sé. Yo solo sé que, de esta, va. Que si no lo matan antes los aviones fumigadores, los helicópteros del ejército que patrullan el perímetro de la ciudad o la vieja vecina Doña Tila, apostada con un arsenal de botellas de cóctel molotov y una de Jack Daniel´s en el campanario de la iglesia que hay calle abajo, entonces este año me lo cargo yo. Una flecha certera entre ceja y ceja, disparada con el arco de tiro profesional que me dejó el año pasado, el que siempre fue mi sueño y ahora lo tengo guardado sin pena ni gloria en el trastero criando polvo ¡Un malnacido rompe ilusiones, eso es lo que es! Pero juro por mis hijos que hoy es el día. Y así, para el año, podremos tener una Navidad como debe ser, con un nacimiento hecho de plastilina, un par de pastillas de turrón, un Hacia Belén va una burra rin rin y una mierda de regalos que no se parecen en nada a lo que hemos pedido pero… ¡alabado sea!, una Navidad de verdad al fin y al cabo. 







Comentarios

  1. Jaja yo cada vez le pongo más trampas a ver si lo pillo, a él y a SSMM Los Reyes Magos, pero no hay manera. Y bien apuntado con lo de "los codazos en horas punta"; esta tarde sin ir más lejos me he sentido así.
    ¡Mucha suerte y un abrazo!

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  2. Madre mía!! como cambian las cosas de niña me encantaba la Navidad y ahora solo deseo cerrar los ojos y despertar cuando todo termine... y creo que no soy la única.

    La magia la tienes tú!! �� Un abrazo.

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    1. Supongo que a la mayoría nos pasa un poco eso. Tómatelo con humor que son dos días. ¡Abrazo muy grande!

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