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LA TÁCTICA DEL AVESTRUZ (Microrrelato)

 

En el fondo nunca le había interesado nada especialmente.  Hizo la carrera por eso que decían sus padres de que algo había que estudiar. Comenzó a salir con Merche cuando ella le besó un día, en el dormitorio, entre apuntes de Álgebra. Tuvo con ella dos hijos, a los que quiso, claro, pero prefería pasar el rato delante del televisor y no jugando con ellos.

Así que aquel día que regresaba en el autobús después del trabajo y vio a su compañero de pupitre de la escuela primaria al otro lado del cristal, allí, en la parada, con el pelo mojado por aquella lluvia recia que le caía encima, Raúl sintió que el mundo giraba vertiginosamente y se llevó la mano al pecho, preocupado ante la posibilidad de una angina, porque tenía taquicardia y le costaba respirar.

Lo volvió a ver al día siguiente, y al otro. Y así durante una semana.

El día que sustituyeron el anuncio de perfume de la marquesina por uno de Netflix, Raúl, velozmente, regresó al agujero que siempre había habitado, volvió a convertirse en ese hombre gris, vacío de deseo.





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